Salud y Bienestar
La diferencia entre comida y ultraprocesado es sustancial, y la explica Carlos Ríos, dietista, nutricionista y autor de la web Realfooding: “Estos productos son preparaciones industriales comestibles elaboradas a partir de sustancias derivadas de otros alimentos. Realmente no tienen ningún alimento completo, sino largas listas de ingredientes. Además, estos ingredientes suelen llevar un procesamiento previo como la hidrogenación o fritura de los aceites, la hidrólisis de las proteínas o la refinación y extrusión de harinas o cereales. En su etiquetado es frecuente leer materias primas refinadas (harina, azúcar, aceites vegetales, sal, proteína, etc) y aditivos (conservantes, colorantes, edulcorantes, potenciadores del sabor, emulsionantes…)».
«En este grupo», prosigue Ríos, «podemos encontrar, desgraciadamente, el 80% de los comestibles que venden en los supermercados: las bebidas azucaradas, precocinados, bollería, carnes procesadas, galletas, lácteos azucarados, postres, dulces, cereales refinados, pizzas, nuggets, barritas energéticas o dietéticas, etc”. Hay otros productos procesados (sin el ultra) que sí son saludables, porque o no interfieren o mejoran la calidad del alimento: buenos ejemplos serían el aceite de oliva, los quesos artesanos, las conservas de pescado, verduras o legumbres, además de las hortalizas o pescados congelados.
¿Por qué gustan tanto?
“Los ultraprocesados están fabricados para promover su máximo consumo y para ello cuentan con características organolépticas de procedencia industrial, que estimulan el apetito de manera intensa. Además, en nuestro entorno abundan por todas partes de manera muy accesibles e irresistibles y la publicidad nos persigue para que los compremos. Cuanto más ultraprocesados consumimos, menos comida real está presente en nuestra dieta. Por lo que perdemos calidad por doble partida”, expone Ríos.
¿Realmente son tan insanos?
“La mayoría de estos alimentos contienen al menos una de las siguientes sustancias: sal, grasas poco saludables, azúcar y aditivos, aunque en la mayoría de los casos presentan las cuatro a la vez», explica la también nutricionista Andrea Sorinas. «También es muy común la presencia de harinas refinadas en estos alimentos. Todas estas sustancias no solo nos aportan calorías vacías, sino que son perjudiciales para nuestra salud”.
¿Qué partes de nuestro cuerpo daña el consumo de ultraprocesados?
Y lo que soporta aún hoy, porque no es solo que podamos engordar, es que podemos enfermar. Una bebida energética y un paquete de Papas Fritas, pongamos, le suponen al páncreas unos 200 gramos de azúcar que puede gestionar un día, dos, tres, pero que a la larga y semana tras semana, le acaba volviendo loco. La insulina se dispara “y se crea una alteración a nivel metabólico, lo que se llama diabetes tipo 2. El cuerpo tiene un exceso hepático de grasa. Y esto nos genera colesterol alto porque por el azúcar se accede al colesterol. Y acarrea también problemas de tipo cardiovascular y además como sobra tanta energía pues el cuerpo la acumula en forma de grasa y de ahí que la obesidad, la hipertensión cardiovascular y la diabetes del tipo 2 estén tan asociadas a este tipo de productos ultraprocesados”, aclara García con contundencia.
No es para tomárselo a broma. Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la primera causa de defunción en el mundo. Por eso, este truco de la nutricionista Andrea Sorinas es vital: “Hay que centrarse en consumir alimentos sin etiqueta y sin lista de ingredientes, alimentos frescos de primera necesidad como frutas, verduras, hortalizas, legumbres, frutos secos, semillas, cereales integrales, huevos, carne y pescado frescos. En caso de llevar ingredientes, un truco muy fácil es evitar todo lo que contenga más de tres ingredientes en su etiqueta”. ¿Fácil, no?
Y la industria que fabrica estos productos, ¿qué dice?
En el caso de Pepsico –Lay`s, Pepsi, 7 Up o Doritos- destacaron el compromiso de esta compañía “en seguir mejorando su variedad de alimentos y bebidas para satisfacer las cambiantes necesidades de los consumidores mediante la reducción de los niveles de azúcares añadidos, grasas saturadas y sodio en su gama de productos”.
Nestlé remitió a sus 10 Compromisos Nutricionales como “mejorar el perfil nutricional de los productos, ofrecer una información transparente y responsable al consumidor e impulsar programas de educación nutricional y fomentar hábitos de vida saludables”. En el caso de Gallina Blanca, nos contaron que desde 2006 cuentan con la Plataforma Nutrición y Salud de Gallina Blanca. “Un programa de reformulación para reducir el contenido de sal y grasas en las recetas de los productos de esta compañía”.
Fuentes del Ministerio de Sanidad explican, por su parte, que entre los mensajes acordados para su difusión por estas empresas se encuentran: ‘Desayuna todos los días, come más fruta y verdura, camina 30 minutos al día o utiliza las escaleras en lugar del ascensor’. En 2016, añaden, se acordó introducir una nueva leyenda: «Se recomienda el consumo moderado de sal, grasas y azúcares». “Este nuevo mensaje, igual que el de ‘infórmate: lee la etiqueta de los alimentos y bebida’, pretende concienciar de la importancia de realizar elecciones saludables de los alimentos para conseguir una dieta variada, equilibrada y moderada”.
Aunque reconocen: “La realidad es que nuestra alimentación está siendo poco equilibrada, con bajo consumo de frutas, verduras, y de fibra y un elevado consumo en sal, grasas y azúcares añadidos, calorías y con una calidad nutricional cada vez más alejada de nuestra tradicional dieta mediterránea. Estamos abandonando nuestra dieta tradicional y además el sedentarismo está adquiriendo una dimensión cada vez mayor instalado en nuestro trabajo y nuestro ocio. No obstante, la obesidad, al ser un problema multifactorial, necesita un abordaje integral, multidisciplinar y multisectorial: toda la sociedad debe ser consciente de este problema”.
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Publicado: 15 / 11 /2024
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Publicado: 18 / 11 /2024
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