El Obelisco porteño cumplio 80 años

Buenos Aires tiene un escenario principal. Un espacio que funciona desde hace décadas como punto de encuentro de los momentos más felices y de los reclamos más angustiantes. No genera misterio, el nombre aparece en segundos, aunque quizás se le asigna más antigüedad de la que tiene. Es el Obelisco, que ayer cumplió 80 años.

Uno de los íconos de Buenos Aires, ubicado en el cruce de la 9 de Julio con Corrientes, fue inaugurado el 23 de mayo de 1936, promediando la “Década Infame”. En aquel año, el parlamento porteño votó levantar un monumento para celebrar los 400 años de la fundación de Buenos Aires. El arquitecto tucumano Alberto Prebisch fue el encargado de diseñar el símbolo. La construcción fue exprés: tardó apenas 31 días. La obra estuvo a cargo de Siemens Bauunion y costó 200 mil pesos de la época.

La estructura, de 67, 5 metros, será renovada con 380 litros de pintura exterior, además de otros trabajos de limpieza como un hidrolavado y el retiro de musgos y líquenes y de revoques flojos.

El Obelisco, que en sus primeros años despertó quejas e ironías entre los porteños, necesitó varios años para que los porteños lo adoptaran como el escenario por excelencia para la celebración de hechos políticos, culturales o deportivos. Hoy cede su entorno para recitales, festejar campeonatos o montar perfomances. En su punta hay una habitación de tres por tres con cuatro ventanas. No es fácil llegar ahí. Hay que subir 206 peldaños de hierro de una escalera recta y sin baranda, con sólo siete descansos. Hacerlo toma unos 15 minutos.