Barrio de Flores
«El objetivo es saber si hay una red», dijo a Télam Marcelo Colombo, titular del organismo que trabaja en el caso junto a María Alejandra Mángano y Francisco Fuksman.
Además, gracias al trabajo de la Red de Docentes, Familiares y Organizaciones del Bajo Flores se logró que se reunieran judicialmente las causas por desaparición de 10 niñas y adolescentes, a las que se agregaron en las últimas horas cuatro más, según confirmaron a esta Agencia.
«Primero se las seduce a través de perfiles falsos de Facebook, luego aparece otra persona, muchas veces una chica, que las anima a que hagan lo que esa persona les pide por la red social y si se niegan, las amenazan», detalló Fuksman.
«Hay una hipótesis que nos hace pensar que alguien las invita para filmarlas en situaciones íntimas, una línea que hay que profundizar. Podría ser un comercio. No sabemos qué le pasó a cada una», añadió Colombo.
La búsqueda de algunas de estas niñas fue noticia en medios de comunicación, con padres desesperados llorando en cámara y movilizaciones de vecinos de la Villa 1.11.14, donde ellas viven, reclamando por su aparición.
Fue la organización vecinal la que logró que se vayan unificando las causas en la Fiscalía de Distrito del barrio de Nueva Pompeya, a cargo de Adrián Giménez.
«Esa es la buena noticia: que estén los casos juntos, lo que nos permite hacer una lectura fina y completa, colaborando con la fiscalía», explicó el titular de la Protex.
Lo que se pudo determinar por ahora es que las niñas «tienen características físicas y edades similares, viven en una zona específica de la villa, van a los mismos colegios y cíbers. Estamos ante adolescentes que interactúan chateando en esos cíbers», contó Fuksman.
«Es difícil para cualquier víctima, sobre todo adolescente, contar lo que les pasó. Hay que respetar sus tiempos», resaltó Fuksman, porque la gran pregunta a responder «es qué les pasó esos días que no relatan y por qué las amenazan», amplió el procurador.
Para Mángano «es muy importante la visibilidad que genera la propia comunidad, que con sus propios códigos armó una organización que acompaña a las niñas y trabaja para evitar que sigan desapareciendo».
«Pensar que estamos ante un caso de pornografía infantil o abuso sexual es gracias a esta otra mirada que aporta la comunidad», resaltó la funcionaria.
Una complicación para aunar las causas fue el romper con ciertos prejuicios: «Si, por ejemplo, una chica menor de edad se fue con un supuesto novio ¿De qué tipo de relación se trata? ¿Hubo abuso? Una de ellas apareció en una plaza, luego de estar desaparecida y muchos piensan que ya está, que está bien, pero ¿qué pasó con ella esos días en que se la buscaba?», fueron algunas de las cuestiones que planteó la procuradora.
El equipo de Protex coincidió en que «es ineludible encuadrar esos casos en un escenario difícil, relacionado con un contexto social y cultural particular donde hay algunos padres que se avergüenzan, lo que complica que ellas puedan hablar y con un sector del sistema judicial que las juzga».
Además de la investigación de la Fiscalía de Pompeya, hay otras que llegan a Protex o vía otros organismos, por lo que se espera «armar una gran causa», según Colombo.
Las primeras investigaciones identificaron que las comunicaciones con las niñas se hacían desde una misma dirección IP y ya se descartaron dos sospechosos.
«Los casos son complejos. Hay que visibilizar la violencia, los abusos que están naturalizados. Por eso hay que acompañar a las chicas y escucharlas, con sus tiempos», resaltó Mángano.
Mientras la instancia judicial continúa, la red comunitaria sigue realizando campañas de concientización en las 16 escuelas de la zona y en la villa «porque las pibas siguen desapareciendo», aseguraron desde la organización.
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